martes, 16 de septiembre de 2008

¿AMIA PARA QUIENES? - Martin Yafé

A fines del sigo 15, bajo el reinado represivo de la España de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los judíos fuimos obligados atomar una decisión: convertirnos al catolicismo o irnos. Si nos quedábamos y manteníamos nuestra fé, la pena era la hoguera. Así escomo miles y miles de judíos debieron tomar un giro hacia la asimilación, en muchos casos, para nunca volver. Pero también existieronaquellos héroes dispuestos al martirio que simularon una vida gentil mientras mantenían viva la llama de nuestra identidad en cadarincón que la sombra se lo permitiera. Como los judíos de las primeras diásporas que aducían ir a cazar y se escondían en las cuevaspara estudiar Torá, muchos de nuestros antepasados Sefaradíes debieron arreglárselas para parecer sin ser, y aún así vivir.
Cuenta la historia popular que de estos mal llamados "marranos" surge el famoso dicho "mostrar la hilacha". Mostrar la hilacha quieredecir que el que decía que se había convertido al cristianismo en realidad no lo había hecho y la acusación se revelaba cuando aquel "mostraba su hilacha", es decir, las Tzitziot del Talit.
A principios del siglo 21, en plena democracia argentina y sin necesidad de ocultar la identidad, las autoridades de la AMIA asumieron prometiendo representatividad y pluralismo. Dijeron que no favorecerían a ninguna corriente de afiliación religiosa en particular porque entendían lo que significaba liderar el órgano máximo de nuestra comunidad. Pusieron como presidente a un desconocido vestido de occidental para evitar la imagen políticamente incorrecta (hacia adentro y hacia afuera) de tener a un hombre con peies, sombrero, barba larga y vestido de negro como máximo (y público) representante de una comunidad cuya amplia mayoría no pertenece a su movimiento y a pesar de que es de público conocimiento que el principal ideólogo de la nueva dirigencia de la AMIA es el Rabino de una de las Ieshivot mas fundamentalistas y arcaicas del país. Evidentemente ellos también quisieron "parecer sin ser"; quisieron parecer abiertos y representativos de la totalidad de la comunidad. Pero el presidente de la AMIA no pudo evitarlo y "mostró su hilacha". Aquella hilacha que insinuó cuando, a días de asumir, expresó su férrea defensa por la existencia de un judío "genuino";aquella hilacha que día a día se venía descubriendo al condenar a los fallecidos convertidos por nuestro movimiento a una nueva y definitiva diáspora privándolos de un descanso en paz junto al resto de su pueblo; aquella hilacha terminó de revelarse de manera descarada y pública la semana última en la conferencia dictada por el Rab. Weizman en la que hombres y mujeres fueron sorpresivamente obligados a sentarse por separado y en la que el propio presidente de la mutual presentó con aval, pompa y como gran referente a un disertante que defenestró impunemente a héroes sionistas como Ben Gurion y blasfemó a los fieles de otras religiones utilizando las fuentes bíblicas como referencia.

Estimados, ser descubiertos "mostrando la hilacha" mientras vivimos manteniendo oculta la identidad en tiempos de opresión y mientras la autoridad nacional censura la preservación de nuestra fé representa en su plenitud el valor del coraje y el heroísmo. Pero cuán diferentes son los valores que representan la hilacha develada por la dirigencia de la AMIA... Es posible que en lo sucesivo haya quienes, como en el pasado y guiados por intereses políticos disfrazados de principios, busquen maquillar las Tzitziot fundamentalistas de la dirigencia de la AMIA (a la que ellos ayudaron a asumir el liderazgo) hasta hacerlos parecer tan multicolores como una kipá yemenita. Incluso podrá venir el mismo Borger y mostrar que se viste a lo moderno, que su Talit es igualal nuestro y que las mitzvot que allí se recuerdan son iguales para todos. La hipocresía del parecer sin ser puede convertirse en una inagotable fuente de retórica para el camuflaje de la realidad. Pero nuestra honestidad intelectual y nuestra integridad ética nos obligan a dejar afuera de una vez las palabras del "parecer" y asumir la realidad de lo que "es". Y lo que los hechos marcan es que la hilacha que intentaron ocultar ya fue mostrada. Esta no es la AMIA que prometieron. Esta no es mi AMIA. Y sin ningún tipo de dudas, esta no es una AMIA para todos.

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